críticas

BREVE ESTACION EN LA OBRA DE BOESMI

Para muchos pensadores del arte contemporáneo, la revulsión del sistema visual se había iniciado con el socavamiento de los valores de la forma mimética burguesa. El retrato, el paisaje y el bodegón, trilogía histórica del arte occidental, resignarían hegemonía estética ante latransformación de lo real como escenario y motor del imaginario socio-histórico. Así, vale recordar,los vanguardistas del primer cuarto del siglo XX redujeron, por ejemplo, a la técnica –paradójicamente celebrada cultural y económicamente- y a los elementos gráfico-pictóricos de cuño académico a medios de expresión subjetiva, cuestión que acabó con la alteración irrevocable de lo representacional.


No menos significativo resultó el advenimiento de la fotografía y la consiguiente devaluación de la imagen artística, entiéndase lo pictórico, en los últimos cincuenta años el siglo XIX industrial. Es posible pensar entonces que el arte de hoy, aún más revulsivo, desafía a la estética dominante y reductora de la sociedad globalizada, contraponiéndole todo un repertorio formal que abreva tanto en la memoria histórica como en la lógica de la situación contemporánea. Hoy, cualquier artista del mundo sabe que hacer arte implica buscar lo formal no como simple cifra de lo real, sino como contestación y traducción de la complejidad del mismo; cuestión que expone con claridad los elementos y el alcance de términos tales como historia, memoria, dominación,subordinación, centro, periferia, diferencia, identidad, biodiversidad…

Boesmi procura la forma artística, notablemente, y ya como lo hicieran los primeros modernos, en la autenticidad expresiva de sus materiales. Importa más el gesto espontáneo y vivaz expreso en el color, la materia y la gráfica que la mera fidelidad representacional. Y es acá donde despunta la dimensión profunda del gesto creativo que nos interesa: Sin Estaciones es la más transparente estrategia para mostrar el ímpetu y el ritmo del tiempo, desde la memoria y la historia personal y colectiva, que define la realidad estética de nuestros días. De ahí que el espacio compartimentado, como metáfora del tiempo domeñado, haga lugar a acontecimientos dispares o capture lo que nunca más volverá a ser, o lo que está a punto de ser…

Salvo algunos signos de representación inevitables, en su conjunto la obra plástica confirma a la forma visual como registro material y traducción–casi cartográfico- del acontecimiento temporal: en cada cuadro queda cautivo el principio y el fin de un sueño, de un deseo, de una sospecha, de lo que pudo ser…, en la medida que quiebra el régimen temporal del sentido histórico de la forma artística. No hay un sentido, sólo su eterna creación.
Finalmente, en esta muestra queda claro que en el arte contemporáneo todos los medios son significativos tanto en cuanto transparenten la intención –concepto- en una forma emotiva –materia expresiva-.

Carlos Sosa ( Critico de Arte)





LA IMAGEN Y EL TIEMPO EN LA OBRA DE BOESMI


 Es posible que el sentido histórico de lo que retorna, de lo que vuelve, no
necesariamente responda a determinaciones mecanicistas y a lógicas previsibles; idea que hoy encuentra su confirmación en renovadas concepciones de lo real y su complejo estado de legalidad. Así, discutir el acaecer de las cosas – en lo natural y cultural, se entiende- como regidas por lo azaroso e imprevisible es un lugar común en los ámbitos de reflexión especializados.


Por mucho tiempo se pensó que los cambios en la imagen respondían a
regularidades inquebrantables en el desarrollo de lo formal; esta indisimulable idea de progreso, como marcha hacia…, y deudora del hegelianismo, es lo que Clement Greenberg - y antes Duchamp- pondría en tela de juicio. Para este pensador, la marcha de la forma responde ante todo a una necesidad de ser interna y autosuficiente, cuya historicidad estaría más allá de la ley de causa y efecto.
En este sentido, el conjunto de imágenes que presenta Sebastián Boesmi responde mejor a objetivos expresivos particularísimos que a modos remanidos de la forma historicista. De ahí que lo representacional, como contenido histórico, y separado de su tradicional oficio especular, hace visible el universo desbordante de la forma como entidad en plena metamorfosis, siguiendo la pauta dictada más bien por lo que rige a la fantasía visual y a los hábitos contemporáneos de la mirada: discontinuidad, fragmentación, dislocación, superposición, virtualidad…; elementos clave que a la larga acaban por definir el sostenido desafío entre lo ambiguo y lo definido como norma formalizadora substancial.

Aun atribuyéndole una posible filiación surrealista, y sólo como horizonte histórico disparador, Boesmi, conscientemente o no, manipula dos de los componentes esenciales de la imagen y sus principios de relación: la línea y el color en el espacio de composición. En este manipuleo, y allende la "filiación comprometida", el artista puede socavar la espacialidad hasta deconstruirla por iteración del motivo o por el arrojado gesto de confiar en la resignificación instantánea del campo visual: el ritmo de figura-fondo puede incluso poner en el límite a la regularidad gestáltica de la forma,
o el "olvido" y las rebabas del soporte, en su materialidad rampante, tensan el ritmo visual con la fuerza de vórtices.

El arte de nuestros días, en porcentaje considerable, olvidó la dimensión placentera del arte al desplazar el valor plástico hacia lo conceptual como sentido último de lo visual. Este desplazamiento, tantas veces desproporcionado, devaluó la vocación plástico-visual de la forma artística y provocó una creciente desconfianza e inquietud, si no malestar, en la fruición artística y en el placer estético (De Fusco).

Salvo una intención orientadora, como idea fundante, la obra que muestra el artista giró hacia la forma bella, pero aquella que se gesta en el retorno de los valores primordiales del color y la línea. Boesmi domeña el color no para cautivarlo en el esquema rígido de alguna forma mimética, sino para liberarla sobre la tela como entidad metéricoplástica y estimuladora, por sinestesia, del fruidor. Al tiempo, la línea se regodea en su extraña manera de administrar y figurar el tiempo en clave de forma.

Carlos Sosa.2009


LA EXPLOSION

Boesmi marca en un muestrario obsesivo, su propia infancia. Una infancia que no se recuerda pero que desde el fondo de su memoria brota, dibujada por esa febril e intensa mirada, un mundo de pequeñas figuras sobre fondos de un solo tono o vagos planos transparentes. Reveladores de ese complejo visual, poblado de fragmentos de esa explosión que Boesmi titula ¨Universal Studios¨ donde coexisten personajes de historietas e ilustraciones., se establece un ¨Todo de la nada¨, la nada que no se recuerda pero que la mano controlada por el inconsciente se encarga de sacar a la luz, sobre el soporte de papel o tela, las señales, los sobres, los pequeños animales, las aves, aviones, edificios, un contorno y otro en ese universo expansivo del todo, que detrás de ese gesto ingenuo, el artista esconde una sutil amenaza.
Carlos Colombino, Agosto de 2009


SEGUNDA MIRADA

En esta segunda mirada sobre la obra de Boesmi reafirmo lo que escribí en ocasión de su muestra en la Galería Casa Mayor ( As. Py, sept, 2009), mas en este caso las propuestas se abren a un texto variado, trasgreden trabajos anteriores, citan los diversos motivos que su obsesión le impone para revelarlos después, desdibujándolos y lanzándolos en un espacio de movimiento multidireccional. En su universo expansivo flotan sus recuerdos, sus escenarios inventados, es relato se vuelve sobre si mismo delatando el delirio que no acaba de suceder.

Creí que se trataba de un gesto ingenuo, pero no percibí que eso era una forma de ocultamiento. De preservar para si el texto completo.

Carlos Colombino, Diciembre de 2009